4. Actitudes y aptitudes requeridas para la actividad profesional
La actividad profesional es aquella que desarrolla una persona física de forma individual y directa, y cuenta con formación titulada y legalmente reconocida que lo acredita como profesional.
Hoy en día, no basta con ser el mejor técnicamente para entrar en el mercado laboral; es necesario encontrar el equilibrio entre las habilidades técnicas con las interpersonales para destacar en un entorno laboral competitivo.
Las aptitudes son habilidades y características que debe tener un trabajador para desempeñar adecuadamente un puesto de trabajo.
Cuando hablamos de aptitudes profesionales, nos referimos a las habilidades blandas o soft skills. Estas habilidades son diferentes a las denominadas hard skills, que son los conocimientos técnicos adquiridos durante la formación.
Las habilidades blandas son un conjunto de características interpersonales que permiten relacionarnos con nuestro entorno de manera más efectiva y realizar el trabajo de forma más eficiente. Comprenden la inteligencia emocional, la creatividad, la resolución de problemas complejos, la capacidad de liderazgo, las habilidades de comunicación y la resiliencia, es decir, la capacidad de una persona para enfrentarse a la adversidad y adaptarse a situaciones difíciles y ambiguas.
Valorar e incorporar perfiles con aptitudes profesionales específicas tiene un impacto muy positivo tanto para el personal como para la empresa. Así, por ejemplo, si una empresa necesita incorporar a una persona responsable de departamento, debe priorizar la aptitud de liderazgo para asegurar que los equipos trabajen en la dirección correcta.
Competencias personales y sociales con valor para el empleo
Las competencias personales y sociales son un conjunto de conocimientos, habilidades y comportamientos que permiten a la persona construir su propia identidad, actuar competentemente, relacionarse satisfactoriamente con otras personas, lo que permite satisfacer las demandas del sector productivo y mejorar la empleabilidad. Entre ellas encontramos:
- Colaboración: para poder trabajar en equipo, de forma coordinada y consiguiendo objetivos comunes.
- Adaptabilidad: es la capacidad de la persona trabajadora para afrontar y responder de manera efectiva a los cambios o imprevistos en el entorno.
- Aprendizaje: en relación con ampliar los conocimientos y actualizarse de forma continua en metodologías, procesos o técnicas para poder ser más competitivo.
- Comunicación: intercambio de información e ideas de forma fluida, clara y veraz. Expresa sus pensamientos, sentimientos, hechos y opiniones adaptándose a los diferentes contextos y que también sabe escuchar de forma activa y empática.
- Creatividad: relacionada con la innovación, con la capacidad de generar ideas y soluciones que permitan llevar a cabo acciones innovadoras y creativas dentro de la empresa como nuevos productos o servicios, y con nuevas metodologías o modelos de negocio.
- Gestión de la información: capacidad de organizar, recopilar, filtrar y clasificar la información los datos de los que se dispone, de forma útil y provechosa, tanto para el sujeto como para la empresa.
- Inteligencia social o emocional: como hemos visto anteriormente, se trata de una capacidad imprescindible a la hora de colaborar y construir relaciones positivas con grupos de personas en contextos diferentes.
- Lealtad: las empresas buscan empleados comprometidos y leales con la propia empresa, la cultura y con los objetivos de la organización, que busquen el bien común por encima de sus propios intereses.
- Motivación: relacionada con una actitud positiva en el trabajo.
- Responsabilidad: capacidad para asumir el control de las actividades. Implica también ser capaz de responder a los resultados, sean estos positivos o negativos, y de admitir los posibles errores.